INFORMACIÓN PARA ACOGIDAS Y ADOPTANTES DE PLANETA ZARPA
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INFORMACIÓN PARA ACOGIDAS Y ADOPTANTES DE PLANETA ZARPA
En primer lugar desde PLANETA ZARPA queremos agradecer vuestra ayuda a un animal abandonado, ya sea
como casa de acogida o como adopción definitiva. En ambos casos debemos tener clara la importancia de
seguir estas pautas y consejos al pie de la letra para una correcta adaptación del perro a lo que será su vida
fuera de la residencia, calle o perrera. Por lo otro lado, debemos asumir el compromiso de haber
tomado una decisión tan duradera y seria como la de adoptar o acoger un animal.
Conducta higiénica inadecuada: Ocurre por dos motivos:
1. Puede ser que el perro esté adaptando su conducta higiénica a la nueva situación. A
ningún perro le gusta hacer sus necesidades en el mismo sitio que come y duerme, pero tras un
tiempo en un albergue o perrera probablemente ha relajado su esfínter, y ahora necesita
un tiempo para adaptarse a la nueva situación, controlar de nuevo su esfínter y ser capaz de
hacerlo en la calle.
2. Puede guardar relación con el estrés. Puede pasar que el perro orine con mucha frecuencia sin
poder evitarlo, o el efecto contrario, que no orine porque está excesivamente preocupado y
estresado.
Ladridos excesivos: Normalmente ésta conducta es provocada por el estrés del cambio.
Conducta demasiado pasiva, depresión: Debemos tener presente que hay perros que llegan en
forma física muy lamentable debido a su pasado.
Ejemplo: bajo peso, heridas, enfermedades, anemia, problemas físicos relacionados con el estrés, etc.
Ésta mala forma física puede ser la explicación de la inactividad.
Ligeros miedos o reacciones exageradas agudas.
Posibles conductas destructivas. El estrés puede provocar ansiedad, y vamos a pensar cómo nos
comportamos los humanos cuando estamos muy ansiosos y estresados; normalmente gritamos, no
paramos de movernos, y si es posible y podemos, nos entran ganas de romper cosas para así descargar
energía.
Pues bien, a los perros les pasa exactamente lo mismo, ellos están estresados, y puede
que muestren una conducta destructiva. En algunos perros puede pasar, ya que forma parte de
proceso de adaptación, pero lo lógico y normal es que en un corto periodo de tiempo desaparezca.
Exceso de simpatía: Que un perro se muestre excesivamente sociable puede convertirse en un problema
grave.
Ante estos comportamientos no se debe pensar que el perro adoptado tiene problemas, lo único que se
debe pensar es que está en su proceso de adaptación a su nueva vida. Este proceso de adaptación suele
durar entre 3 o 4 semanas. Si este proceso lo hacemos correctamente, estamos teniendo una oportunidad
de oro para crear un vínculo muy fuerte y sano con el nuevo perro adoptado o acogido; sin embargo una
mala gestión de este proceso (correcciones, castigos) puede arruinarlo y derivar en problemas graves en un
futuro.
Cuando este proceso finaliza, tenemos un perro que conoce el entorno, que confía en su nueva familia, que
puede quedarse solo sin problema de pasar miedo, etc.
Los perros al llegar a una casa tienen miedo, todos, lo único que hay perros que lo muestran de manera más
“exagerada” y otros perros lo hacen de manera más “disimulada” y estamos tan emocionados por su
llegada, que su miedo pasa a un segundo plano y puede que nosotros no nos demos cuenta.
Todos lo tienen, todos están en un sitio que no han visto nunca, con una familia que no han visto
nunca, que aunque le vayan a tratar muy bien, el perro no lo sabe, y le genera miedo y estrés a la vez.
El estrés es la reacción que el organismo manifiesta ante la presencia de miedo. El estrés es
necesario, tanto para perros como para humanos, solo debemos mantener unos niveles de estrés
aceptables para ofrecer a nuestro perro una vida sin exceso de preocupaciones.
Debemos ayudar a que el perro no tenga miedo, y con estas sencillas pautas que debemos cumplir dada su
importancia, vamos a hacer que el miedo se vea reducido e incluso eliminado con mucha más facilidad que
si no las siguiéramos.
1. Crear un entorno seguro. Un entorno seguro, es un entorno libre de miedos. Esto se consigue si no
generamos estrés. Una manera de no crear estrés es comprender el estado físico del perro.
Probablemente el perro lleve mucho tiempo sin hacer ejercicio, por lo tanto lo que no
podemos hacer es sacarlo horas y horas a la calle los primeros días. Debemos dar paseos
moderados, muy cortos sin fuera necesario, e ir aumentando la duración de los mismos según
aumente el tiempo en la casa y según se haya creado el entorno seguro. Este punto también incluye
poco
ejercicio y muy poco tiempo de juego continuado, sea con la pelota o con otros perros.
Debemos crear rutinas estables graduales (tanto en paseos, como comidas), esto nos ayudará en
el proceso progresivo de recuperación física y emocional. Debemos hacer que no se sienta
amenazado, y para eso no es necesaria la agresión ni física ni verbal.
Puede que un perro se sienta amenazado si los primeros días en casa le obligamos a sentarse, a darnos
la pata, a tumbarse, a que espere a que le pongamos la comida, etc. Debemos dejar que explore el
entorno de la casa a su ritmo. Nunca lo forzaremos a dormir en su camita, ni a entrar si o si en el
salón o en una habitación para que esté con nosotros. El perro tiene que seguir su ritmo y descubrir
todo según vaya teniendo necesidad. Podemos anticipar una comunicación con nuestro perro
enviándole señales de calma muy sutiles, como por ejemplo: no mirar directamente a los
ojos, desviar la mirada cuando lo tenemos cerca mirándonos, hacer cosas para mostrarnos
ocupados ante él (coger el móvil, leer un libro, etc.), movernos con naturalidad ante
cualquier circunstancia (suena el timbre, el teléfono, y nos levantamos despacio), estar tumbados o
echados en el sofá y dejar al perro a su aire (le demostramos que el entorno es seguro y
que nosotros estamos relajados en él). Estos actos pueden hacer que el perro perciba que nosotros
entendemos su lenguaje, por lo tanto hay que estar pendientes de cuando él nos muestra señales
para poder interpretarlas bien.
2. El perro necesita un referente que le inspire seguridad. A partir del 3er día, el adoptante o
la acogida es el referente para el perro. Ante cualquier cosa o situación que preocupe al perro, él
nos va a mirar (aunque no nos demos cuenta) y analizará nuestra reacción. Por ejemplo: si se nos
cae un libro al suelo y hace ruido, el perro por un segundo va a mirarnos y observará cómo
nos comportamos ante ese hecho que le preocupa porque no sabe cómo actuar. Nosotros tenemos
que ir lentamente a por el libro, sin hacer movimientos bruscos ni mediar palabra, colocarlo en su
sitio y seguir a lo que estábamos. El perro habrá comprendido que si se cae el libro no produce
ningún riesgo ni nada por lo cual ha de preocuparse, porque su referente no se alteró, lo devolvió a
su sitio y todo siguió como si tal cosa. El ejemplo del libro lo podemos aplicar al teléfono, al
timbre, y a cualquier hecho que suela suceder de forma irregular. Por ejemplo: cuando llaman al
timbre, nos levantamos despacio, respondemos y cuando entre la visita en casa
saludamos con total normalidad sin elevar la energía del ambiente.
No podemos decirle al perro: mira bonito, mira quien ha venido, ¡ha venido a verte! Eso es un
error, y lo único que entenderá el perro es lo siguiente: suena un ruido agudo, mi dueño se levanta,
abre una puerta, aparece gente, y mi dueño me habla en un tono muy excitado diciéndome cosas
que no entiendo para nada; tengo miedo, no sé qué pasa, mi dueño está nervioso y todo el mundo
me mira mucho y me dice cosas en un tono que no comprendo.
Debemos ponernos mucho en el lugar del perro, y pensar que no hablan nuestro idioma, y que puede
que lo que nosotros hacemos con toda la buena intención del mundo, a él le resulte el efecto
contrario, simplemente porque no entiende absolutamente nada. Debemos informarnos sobre el
lenguaje canino y así podremos comprender mucho mejor a nuestro perro.
Vamos a dividir los primeros 20/25 días de la llegada a casa del perro en porciones de tiempo más
pequeñas.
Proporcionaremos únicamente: agua, comida, cobijo, descanso
(todo lo que necesite, aunque nos parezcan muchas horas durmiendo, lo dejaremos), mucha
compañía (esto significa que no debemos dejarle muchas horas sólo, no que debemos estar todo el
día acariciándolo), dejaremos que conozca todo el entorno a su ritmo, haremos rutinas adecuadas
como pone anteriormente, intentaremos que el miedo vaya desapareciendo, le iremos mostrando
cosas nuevas poco a poco ya que precisa una interacción baja (no podemos presentarle a todos los
amigos y la familia nada más llegar, él no entendería nada, ni podemos llevarle los primeros días a
todos los parques que hay en la ciudad y estar horas y horas).
Es muy importante que los paseos sean cortos y en lugares con poca afluencia de gente. Si fuera necesario saldríamos a la calle a las horas
donde apenas hay movimiento de coches, gente y otros perros.
No queremos inundarlo con mucha información. Un ejemplo para que lo entendamos: si no sabemos
nadar y obviamente nos da miedo el agua, no es lo mismo tirarse a una piscina de cabeza, que
tomar contacto con el agua en la orilla del mar e ir metiéndonos poco a poco según vayamos
estando seguros en el agua. Para los perros es igual, poca información y de manera muy gradual
añadir todo lo que sea necesario. Él mismo nos va a indicar cuándo se siente más seguro,
se lo notaremos enseguida.
Aumento gradual de los estímulos. Daremos paseos más largos y por lugares donde hay más gente, podremos
practicar ejercicios de estimulación mental como por ejemplo trocear unas salchichas,
echarlas al suelo, y que el perro olfatee para comerse todas las salchichas. Cuando hacemos
ejercicios con los perros debemos estar en silencio y darle su tiempo. No podemos presionarle
diciéndole: mira, está ahí la salchicha, ¿no la ves? ¡Pero si está ahí! De lo que se trata cuando un
perro utiliza su sentido del olfato es de que se relaje, y evidentemente, si le estamos diciendo cosas
en tono que no entenderá no va a relajarse nada.
Los ejercicios de estimulación mental pueden ir aumentando la dificultad, y podemos añadir judías o
garbanzos al puñado de salchichas para que discrimine elementos y se concentre más. También
podemos ampliar el radio de donde echamos las salchichas. Además podemos también jugar
un poco con la pelota, con nudos, o guardar comida en un tupper dado la vuelta para que el sea
capaz de pensar y darle la vuelta al tupper. Todos estos ejercicios los empezaremos de
forma muy moderada, tanto en tiempo de realización como de intensidad, e iremos
aumentando tiempo e intensidad según pasen los días en la casa, y según nuestro perro nos lo
vaya pidiendo.
En este escalón ya deben de ir desapareciendo los problemas frecuentes que hemos comentado al principio, deben de
ir desapareciendo ladridos, comportamientos destructivos, el perro debe ser más higiénico que a la
llegada, etc.
El éxito de la adaptación correcta del perro depende únicamente de los adoptantes o la
acogida, de cómo nos hayamos comportado con él, y de si hemos seguido las pautas
proporcionadas.
Un perro adaptado, es un perro que se siente cómodo, que hace cosas adecuadas para su edad. También
podemos valorar la adaptación midiendo la capacidad de curiosidad que tiene el perro, por
ejemplo: si llegamos con una bolsa de compra y al dejarla en el suelo el perro la olfatea, si
estamos buscando algo en un cajón y el perro viene a ver que buscamos y olfatea el cajón. Estas
acciones por parte del perro nos demuestra que tiene confianza en nosotros, que no tiene apenas
miedo, y está seguro de que si huele una bolsa de compra o un cajón no le ocurrirá nada malo.
NO ayudará a la adaptación:
- El exceso de actividad. Paseos largos.
- Las exigencias altas o no acordes con la edad.
- Lo impredecible.
- El exceso de movimiento o de actividad en la casa. Exceso de gente y lugares nuevos.
- Discusiones en el entorno.
- La soledad.
- La frustración por no haber sabido hacer algo bien (juego, ejercicio...).
La ansiedad por separación es uno de los problemas más graves para la mente de un perro, ya que no es
capaz de gestionar la soledad sin ningún tipo de temor o miedo, y eso genera un malestar mental
muy grande. La prevención es muy importante, por ello vamos a utilizarla a nuestro favor. Las pautas serán
las siguientes:
- No le podemos estar recordando al perro lo mal que lo ha pasado antes, eso ya pasó y debemos
hacer en la medida de lo posible que olvide su pasado, y que viva en su fabuloso presente a nuestro
lado. Por ello no debemos de tener pena por él, debemos alegrarnos porque cayó en
nuestras manos, que son las mejores.
- No debemos agobiar al perro y menos el primer mes de llegada a la casa. Si lo acostumbramos a
estar todo el día a su lado, notará muchísima diferencia cuando no estemos. La clave es:
poca diferencia entre estoy-no estoy. No podemos hacer un evento cada vez que nos vayamos de
casa, debemos de hacerlo en el menor tiempo posible y desde que empecemos a arreglarnos
para marcharnos no interactuaremos con el perro. Obviamente no nos despedimos de él, ni lo
miramos, ni lo tocamos, ni lo hablamos; nos marchamos sin más. A la llegada un saludo con un
rascadito en la cabeza es suficiente para que nuestro perro sepa que estamos en casa, y no le haremos caso mientras se mantenga excitado por nuestra llegada.
Lo más posible es que nos salte y nos mueva el rabito como si hiciera cinco meses que no nos ve, ese comportamiento lo ignoramos por completo. Con el paso del tiempo eso desaparecerá.
- Intentar que durante los primeros 20 días el perro no se quede solo. Podemos pedirle a algún amigo
o familiar (en la medida de las posibilidades personales), si puede acompañar en la casa al perro
mientras nos ausentamos de casa por trabajo. Evidentemente le informaremos de cómo tiene que
actuar y comportarse.
- Crear una señal de salida corta. Una señal oral como “ahora vuelvo”, o una señal corporal
como hacer un gesto con la palma de la mano estirada y hacia arriba (es más efectiva que la oral).
Esto ayudará a evitar la imprevisibilidad, porque informaremos al perro que voy al baño, que no
pasa nada, que no se asuste si me ausento, que todo va a estar bien.
El miedo y el estrés van de la mano. El miedo genera estrés alto, y el estrés alto es el origen de
los problemas de comportamiento.
Debemos tener una educación amable, es decir, evitar una alta exigencia, no corregir, no regañar,
no castigar. Todo esto hace que el perro pierda el vínculo con el dueño, y por tanto la confianza en el
entorno, y éste deja de ser un entorno seguro, y crea miedo que a su vez genera estrés.
Como hemos comentado antes, desde el 3er día el perro va a dar importancia a lo que su referente haga, así
que debemos no exagerar las circunstancias que se salen de lo normal.
Un perro con miedo puede mostrar comportamientos agresivos, es un mecanismo de defensa: tengo
miedo y necesito eliminar aquello que me produce el miedo. Es importante enseñar al perro que NADA
merece la pena como para que tenga miedo. Hay que evitar actitudes amenazantes, y por
supuesto, correcciones y castigos. Debemos ser muy amables a la hora de enseñarle las normas de
convivencia.
Por supuesto todo esto es material generalizado, sin poder detenernos para hacer este documento en la
situación específica de cada perro.
En los paseos, necesitamos una correa larga, un arnés o collar adecuado y sobretodo necesitamos la
mentalidad de que los paseos en los que llevamos al perro, son para el perro. Esto quiere decir que no
podemos sacar al perro, atarlo en una farola, comprar el pan, volver a atarlo en una farola, comprar en el
supermercado y ya volver a casa. El paseo tiene que ser el momento de “desestrés” del perro, momento de
juego, de ejercicio, de hacer lo que le gusta. Debemos dejar que huela, que busque, que se revuelque, que
escarbe, que curiosee todo lo que quiera; debemos dejar que sea perro. Para conseguir un paseo
bueno desde el principio, le ponemos el collar en silencio, ya que si le decimos: ¡vamos a la calle!, vamos a
excitar al perro y no saldrá relajado de casa. No le hablaremos tampoco en el paseo, no le indicaremos con
la voz: mira otro perrito, mira que mono... Debemos dejarle a su rollo dentro de nuestros límites.
Soltar al perro: Que el perro goce de la libertad absoluta de movimiento es algo fantástico, pero debemos
hacerlo con cabeza, ya que si no fuera así podrían ocurrir cosas que no queremos. Para soltar al perro adoptado o acogido lo primero que tenemos que tener es un vínculo lo suficientemente grande con el perro, como para que todo lo que sea ajeno a nosotros no tenga tanta fuerza como nosotros mismos. Es
decir, que si va suelto y se asusta, o ve un perro en un lugar alejado, un trozo de comida, o cualquier otro
estímulo, siempre nos elija por encima de todo. Este vínculo tarda en aparecer como mínimo ocho
semanas, hay en casos en los que puede tardar más, y en casos en los que por motivos de
miedos o inseguridades jamás podremos soltar al perro.
Debemos practicar en casa la orden de llamada, que es tan sencillo como llamar al perro de
manera calmada y sin agobiarlo, y cuando haya llegado a nosotros premiarlo con algo que le guste
mucho (salchichas, su juguete favorito, una buena caricia, etc.).
Cuando en casa funcione, probaremos en la calle con el perro atado y le daremos la orden de llamada que
hayamos elegido (ven, aquí, etc.). Cuando nos responda en la calle a pesar de haber más
estímulos, podemos empezar a soltar al perro en recintos vallados (mirar muy bien la altura de la valla, ya
que hay perros que pueden saltar hasta 2 metros de altura) y controlados (parque canino) y seguir
practicando esto. Tenemos que estar muy seguros de que podemos ser capaces de soltar a perro en un
lugar abierto para empezar a hacerlo. Obviamente que el lugar que elijamos para soltarlo sea un
lugar que el perro conozca. Un mínimo fallo puede terminar en tragedia. Desgraciadamente son
muchos los perros que terminan atropellados, tirados en cunetas, o simplemente desaparecidos en
un campo enorme y nunca más se vuelve a saber de ellos. Es más importante de lo que parece
que todo esté perfectamente controlado, y que sepamos los horarios de nuestra localidad en los que os
perros pueden estar sueltos en el parque para evitar multas innecesarias. En ningún caso es recomendable
llevar a los perros sueltos en plena ciudad o pueblo por donde pasan coches, motos, autobuses o cualquier
cosa que pueda asustar o poner en peligro su vida.
Aseo: Al bañar a un perro en exceso eliminamos la capa normal de sebo protector y hacemos que
se genere sebo en exceso. Para evitar los baños innecesarios podemos adquirir un cepillo acorde al pelo
de nuestro perro. En casos de perros de pelo corto un cepillo de goma a modo de guante
que humedeceremos con agua y lo pasaremos por el cuerpo, y en caso de pelo largo un cepillo de púas.
Con el cepillado eliminaremos pelo muerto que aún no se ha caído y el polvo que haya en el cuerpo. La
frecuencia del cepillado y el baño va determinada según el pelo del perro y lo que se pueda ensuciar
dependiendo de los lugares de salida (playa, montaña, etc.).
Vacunas: la vacuna de la rabia es obligatoria en todo el territorio español, dependiendo de cada
comunidad autónoma puede ser anual o bianual. La vacuna heptavalente cubre siete enfermedades
latentes tan importantes como la rabia.
Desparasitación: la desparasitación interna y externa es tan importante como las vacunas. No le damos
importancia porque los parásitos apenas se ven, pero es importante para que nuestro perro goce de una
buena salud. Internamente los perros se desparasitan con pastillas, normalmente la duración del efecto es
de 3 meses.
Externamente los perros se pueden desparasitar con pipeta (cada una tiene una duración determinada), con
un collar antiparasitario que normalmente duran 6-8 meses o con una pastilla. Debemos consultar al
veterinario cuál es el método adecuado para nuestro perro.
- RESPETA SUS NECESIDADES: juegos de inteligencia, paseos diarios que contengan socialización con
perros y personas (poco a poco, sin saturar), buena salud y visitas al veterinario si fuera necesario.
- APRENDE SU LENGUAJE Y FORMA DE COMUNICARSE: es importante saber qué “idioma”
utiliza nuestro perro, para ello debemos informarnos sobre señales de calma y señales de
aumento de distancia. Conocer de qué manera podemos comunicarnos con ellos y cómo lo hacen
ellos con el resto de su entorno (perros, personas y situaciones) nos ayudará a una
adaptación y vida de calidad.
- PREMIAR SIEMPRE QUE HAGA ALGO BIEN: los primeros meses es imprescindible que premiemos
todo lo que nuestro perro haga bien. Los perros necesitan saber qué esperamos de ellos, y si se lo
hacemos saber les resultará mucho más sencillo. Utilizar el premio y no el castigo es la manera de
crear un vínculo sano y fuerte con nuestro amigo. El castigo frustra, asusta, podemos
conseguir que nuestro perro nos tenga miedo y por consecuente desarrollar comportamientos
agresivos. Hay diferentes maneras de premiar, por ejemplo: trozos pequeños de su comida
favorita, chuches blandas para perros, caricias correctas (sin ser aversivos), una palabra de
aprobación o el juego.
- NO RECOMPENSAR AQUELLO QUE NO DESEAMOS: tenemos que tener claro qué situaciones
no queremos que se desarrollen en un futuro, para desde el principio no premiarlas. Si no queremos
que a la larga nuestro perro pida comida en la mesa, salte sobre la gente, se suba al sofá o a la
cama, no debemos dejar que eso ocurra desde un primer momento. No nos puede invadir la pena
de que ha sido un animal abandonado y dejarle hacer ciertas cosas que luego no nos
gustarán, desde un principio debemos ser amables con ellos y no volverles locos con lo que
ahora no nos importa pero luego será una conducta molesta para nosotros. No debemos de
castigar o regañar lo que no nos gusta, sino de manera amable mostrarles qué situaciones
aceptamos como normales ahora y en un futuro.
- HÁBITOS HIGIÉNICOS: premiaremos siempre que haga sus necesidades en la calle (cuando
haya terminado), y una vez haya orinado o defecado alargaremos el paseo unos minutos
antes de regresar a casa. Cuando se quede solo en casa: es normal que las primeras
semanas hasta la habituación de su nueva vida nos encontremos eliminaciones al llegar a casa, las
recogeremos y no le regañaremos. Si lo hacemos, podemos conseguir que si elimina en casa se lo
coma para evitar dejar rastros y que nos enfademos y le castiguemos.
- ACOSTUMBRA A TU PERRO A QUE CONFÍE EN TI CON LA COMIDA: cuando ya esté adaptado en
casa, podemos de vez en cuando añadir algo de comida a su plato, más pienso o alguna chuchería,
así positivizaremos que nuestro acercamiento a su plato siempre sea para añadir algo bueno, y no
tenga miedo si alguna vez tenemos que manipular su comida. Esto se hace muy paulatinamente, pero sobre todo debemos ser siempre muy empáticos y pensar que a nadie nos gusta que nos
manipulen la comida cuando estamos comiendo.
- TODOS POR IGUAL: es importante que todos los miembros de la casa traten por igual al perro y
sigan la misma línea en cuanto a educación se refiere. Los mayores problemas vienen cuando cada
uno toma una cosa como aceptada o no, ahí volvemos loco a nuestro amigo y no sabrá
qué esperamos de él.
- Una chapa identificativa (colgada al collar) o collar con el nombre del perro y el número del
propietario.
- Un collar o arnés resistente con hebilla de metal preferiblemente. Nunca: collar de descargas
eléctricas, de pinchos o similar, son dañinos y contrarios a la educación en positivo.
- Una correa lo suficientemente larga para que el perro pueda olfatear. Las correas extensibles
o flexis están prohibidas.
- Un abrigo para el invierno en caso de que el perro sea friolero y fuera necesario abrigarlo para salir a
la calle.
- Juguetes interactivos (tipo Kong), nudos, pelotas o juguetes de una sola pieza que no
puedan romper e ingerir piezas pequeñas.
Esperamos que todas estas pautas y consejos sean de gran utilidad para la compresión y la buena
adaptación del perro.
El equipo de PLANETA ZARPA está dispuesto a ayudaros en la medida de lo posible para que la convivencia
del perro adoptado o acogido sea inmejorable. Muchas gracias por salvar una vida.
- GOLPE DE CALOR/HIPOTERMIA: los perros son sensibles a temperaturas extremas tanto de calor
como de frío. Debemos tener presente el peligro que supone dejar a nuestro perro encerrado en el
coche en días calurosos (aunque esté a la sombra), en la calle o en casa a pleno sol sin sitio donde
resguardarse y sin acceso a agua fresca. Ellos termorregulan su temperatura interior gracias
al jadeo, si llevan un bozal con el que no pueden jadear el peligro aumenta más. Lo mismo pasa con
el frío, si nuestro perro va a exponerse a bajas temperaturas debemos de proporcionarle un abrigo
para que pueda estar algo más aislado. Cuando les da un golpe de calor o entran en estado
de hipotermia, debemos tener cuidado al intentar revertir la situación. Golpe de calor: se da cuando
la temperatura rectal es superior a 42oC. Mojaremos al perro con agua templada-fría (no helada)
por todo el cuerpo, le daremos agua para que beba (que no esté helada) y le pondremos en la
cabeza una bolsa de plástico con hielo machacado. Hipotermia: se da cuando la temperatura
rectal es menor de 35oC. Debemos suministrar una fuente de calor externo (bolsas de agua
caliente, manta térmica) siempre sobre el tronco y con una toalla para no quemarle, y lo tendremos
cubierto con una manta o ropa que proporcione calor.
- ALMOHADILLAS: esta parte del cuerpo es relativamente sensible para nuestro perro, por lo
que tenemos que tener cuidado de las situaciones a las que exponemos a nuestros amigos.
El calor extremo y la nieve son dos motivos por el cual sus almohadillas pueden verse dañadas.
Consejos: evitar que caminen por asfalto con altas temperaturas; y si fuera necesario que tengan
que andar por terrenos nevados debemos comprar una crema protectora especial para estos
casos en cualquier tienda de artículos de animales o veterinaria.
- ESPIGAS: en primavera y en verano las espigas pueden jugar una mala pasada a nuestros perros y
terminar en el veterinario. Es importante evitar las zonas donde haya espigas, y revisar al perro a la
vuelta del paseo zonas donde pueden haberse clavado: orejas, nariz, patas y almohadillas. Si
tenemos sospecha de que nuestro perro se ha podido clavar una y no tenemos acceso a
ella, debemos acudir al veterinario inmediatamente para que haga lo necesario y extraérsela.
- ORUGA PROCESIONARIA: este tipo de orugas pone sus huevos sobre las ramas de los pinos, cedros
y abetos. Las larvas aparecen en el primer cuatrimestre del año, cuando las temperaturas
comienzan a subir. Los perros son especialmente vulnerables porque a veces se las comen o
las chupan y se tragan todo el tóxico del insecto, lo que deriva en una necrosis en la lengua y
garganta.
Síntomas: picores, urticarias, ampollas, sensación de quemazón, babeo excesivo, rascado
compulsivo de la zona afectada. Actuación: lavar la zona inmediatamente con agua y acudir
al veterinario más cercano.
- HABITUACIÓN A NUEVAS CIRCUNSTANCIAS: montar en coche, visitar el veterinario, el baño, etc.
pueden ser situaciones que estresen y den miedo a nuestro perro. Como ya hemos comentado, la
empatía y la paciencia son fundamentales para que estas situaciones no se conviertan
en momentos terribles para ellos y en nuestras manos está que puedan ser experiencias aceptadas
e incluso positivas. Todo debemos hacerlo poco a poco, cuando nuestro perro esté preparado para
vivir esas situaciones y de manera positiva. Viajar en coche a algunos perros les da miedo y/o les
marea, por lo que nunca debemos forzar la situación y hacerlo de manera paulatina.
Podemos empezar montándole con el coche parado en sesiones cortas de tiempo, alargando
en el tiempo empezaremos a hacer trayectos cortos y así hasta que el perro pueda vencer su miedo
a viajar. Para subirle en el coche usaremos algún premio o comida sabrosa, así el coche quedará
condicionado de manera positiva. En los casos en los cuales el perro se marea es más complejo y
debemos evitar montarle, y cuando sea imprescindible hacerlo podemos utilizar algún
medicamento que nos indique el veterinario para que la experiencia no sea tan desagradable. Lo
mismo pasa con el baño, que debemos habituar poco a poco a nuestro amigo a esta nueva
situación. Podemos meterle en la bañera con premios y sacarle sin bañar unas cuantas veces, con
esto haremos que la bañera no sea un lugar nuevo y podremos conseguir con el paso del tiempo
que disfruten de un buen baño sin que suponga una situación intensa de miedo y estrés. Si tenemos
oportunidad de pasarnos por el veterinario con nuestro perro (cuando ya esté adaptado a su
cambio de vida) sin que tenga la necesidad de ir a consulta, debemos aprovechar para darle
alguna chuche y que relacione el lugar con algo normal y positivo, para que en el momento que
haga falta ir no sea novedoso y por lo tanto ocasione un pico fuerte de miedo y estrés.
- MEDICAMENTOS TÓXICOS Y ALIMENTOS NO RECOMENDABLES: tomate sin madurar, nueces,
azúcar, sal, alcohol, uvas, pasas, aguacate, cafeína, leche, cebolla, ajo, son ejemplos de alimentos
no recomendables e incluso tóxicos para nuestro perro en grandes cantidades. Lo mismo pasa con
los medicamentos como: antiinflamatorios no esteroideos (aspirina, ibuprofeno,
naproxeno, diclofenaco, paracetamol) medicamentos para el colesterol, benzodiacepina y
antidepresivos. No debemos medicar a nuestro perro sin previa consulta a un profesional
veterinario.
PRESENTACIONES CON OTROS PERROS: al habernos informado sobre comunicación canina no
debemos tener dudas en estos casos, pero un pequeño repaso es el siguiente: si los animales están
atados lo ideal es que las correas sean largas para que puedan moverse y no estén tensas en ningún
momento, los acercamientos deben de ser una unión en un paseo o en paralelo
(evitar acercamientos de frente)y debemos dejar que ellos se comuniquen sin nosotros
intervenir (gruñidos, ladridos, erizamiento del pelo del lomo y mostrar los dientes también es
comunicación).
- SEÑALES BÁSICAS DE COMUNICACIÓN:
1) Señales de calma: sentarse, bostezar, lamerse la nariz, desviar la cabeza, desviar la mirada, cambio de dirección y olfatear el suelo.
2) Señales de aumento de distancia: gruñido, ladrido y levantar los belfos. Nunca se regaña la comunicación, aunque para nosotros
las señales de aumento de distancia puedan parecer molestas, si lo hacemos les estamos
prohibiendo manifestarse y comunicarse, y así solo empeoraremos la situación y podemos llegar a
un estado de comportamientos agresivos puesto que nada de lo anterior funcionó.
- LEISHMANIA: la leishmaniosis es una enfermedad trasmitida por el flebótomo que solo se contrae
con la picadura de éste, es decir, no es contagiosa entre perro-perro ni perro-humano. Los periodos
de mayor actividad del flebótomo es entre primavera y otoño, en la franja horaria del atardecer.
Algunos síntomas pueden ser: apatía, crecimiento excesivo de las uñas, disminución del
apetito, atrofia muscular y dermatitis escamosa. Es recomendable hacer un test de leishmania
en el veterinario al finalizar el calor, por ejemplo en octubre o noviembre. La leishmaniosis
es una enfermedad que se trata con farmacología y si no está muy avanzada los perros pueden
llegar a hacer vida completamente normal; de ahí la importancia del control mediante el test.